Año tras año, los gorrillas intimidadores siguen haciendo de las suyas en Valencia. No se libran ni la zonas Azules, hospitales o cementerios, donde hay pasar por caja por aparcar; exigiendo una cantidad de dinero por vigilar los coches. Y de no aceptar este miserable chantaje, los vehículos pueden ser seriamente dañados...
Vivir en la calle es muy duro sobre todo para las mujeres, son las que tienen más dificultades y están mucho más expuestas a la violencia que los hombres.
Los aparcacoches ilegales “más conocidos como gorrillas” son un mal endémico en nuestra sociedad. Es muy difícil entender cómo es posible que en ciudades modernas hoy día se permitan situaciones de chantaje a los ciudadanos amparados por la ley.